La curiosidad no mató al gato
Explorar lo inexplorado e indagar en el que hay detrás de lo que se cree ya conocer podría considerarlo como una necesidad básica de que siempre estamos creciendo en un cambio forzado de expansión, deslumbrando límites después de ese andar tan metódico por la vida que se nos ha implantado en una sociedad frustrada que no ve que la humanidad se ha desarrollado por una curiosidad no restringida, la que se convierte en innovación y hasta el día de hoy nos son útiles. El ser curioso más que solo formar las típicas preguntas base del porque de las cosas, es una actitud a un estilo de vida que propaga vivencias y respuestas del todo sobresalientes en circunstancias que no lo serían tanto si no fuera por ese toque tan singular de búsqueda. Todos nacemos como seres curiosos sin embargo al crecer las preguntas no se valorizan tanto como las respuestas, nuestra disposición de explorar nunca desaparece solamente no se sabe o no se quiere mantener por más tiempo del que creemos que nos haría parecer raros o podríamos autonombrarnos; como si fuera un insulto: infantiles, cuando esto es una total virtud solo que el interés por mostrarnos tal cual no se ha espabilado, el pensar que ya sabemos lo que tenemos que saber nos condiciona involuntariamente a estimar que ya lo conocemos todo y lo demás fuera de nuestra área, no es prioridad. Los niños desde una etapa temprana tienen ese afán de interrogar sin fin, esa intuición por inquirir hasta lo más trivial sin desentender su deseo de conocimiento, convierten lo cotidiano en un día repleto de aventuras. Pero dónde ha quedado esa iniciativa de frenesí imparable? va aminorándose conforme se marca una rutina ajena que no llena afanes individuales puesto que encierra esa curiosidad de saber e incrementar el intelecto de nuestros talentos. Hay estudios que han determinado que cuando la curiosidad es prioridad, nuestra mente la absorbe y retiene con más eficacia pues es información que le interesa a la persona y no información impuesta. Esta expectación acrecienta la facultad en nuestro cerebro pues el modo aprendizaje es activado y la retención se da sin esfuerzo. La memoria es conectada hacia la estructura del cerebro que la regula, llamada hipocampo a fin de ayudar a su formación retentiva para que los aprendizajes que más espabilaron nuestro interés permanezcan en ella durante un tiempo ilimitado. Curiosear conforma relaciones más firmes, ya que nos convertimos en mejores conversadores y escuchas. Al ocupar nuestra mente con lo que le cautiva se protege de enfermedades cerebrales como el Alzheimer y enfermedades cardíacas al reducir esa ansiedad que es opacada por la inclinación a conocer de todo sin inquietarnos por lo incierto, aumentando la satisfacción y bienestar por tomar supuestos riesgos que dejan de serlo después. Ahora el verdadero peligro es permanecer donde estabas. Los tipos de curiosidad son desde un impulso espontáneo por aprender solo por novedad o por mera emoción momentánea hasta la más intensa y penetrante con la curiosidad epistémica para conocer a un mayor alcance todos los fundamentos de los temas de interés, resultando más tiempo involucrado pero con más conocimientos por descubrir en un mundo que no es monotemático Ser una persona que curiosea es benéfico por donde se vea, tanto científicamente como culturalmente estimula hacia lo tangible y sobre todo funcional a partir de la imaginación. Quién explora más de lo normal activa el sistema de recompensa en el cerebro, produciendo la placentera hormona de la dopamina, con esto estimula a seguir para adquirir ciertos objetivos ya que nos aviva excesivamente, no debería ser suprimida por críticas cerradas. Curioso es un libro de Ian Leslie; comunicador australiano donde menciona que: “Las habilidades vienen de la lucha” puesto que la curiosidad a menudo es un impulso sin recompensa inmediata y aunque el conocimiento adquirido es más fácil de aprender, la práctica de estos no se refleja tan pronto, no basta con solo la acción de cuestionar si no mantenerlo como una condición de vida singularmente humana que hace indagar desde un conocimiento ya preexistente de la que no estamos tan conscientes. No es preciso tener la lista más exótica cada día, solo priorizar la intrepidez de renovarse en hábitos repetitivos sin distinción al alterar con un límite de ajustes, un plan cautivador que nos anime a efectuarlo lo más pronto posible. Entre más extendamos lo conocido, viajando, preguntando, sintiendo lo que otros piensan, fallando, intentando de nuevo, automotivándose en lo adverso, indagando otras áreas, descubriendo conexiones entre pensamientos que generen otras nuevas conexiones, observando lo que queda por saber entre más se sabe, disfrutando los caminos adecuados, priorizando; disminuyendo lo superfluo, enriqueciendo la mente de pensamientos laterales más que verticales, inspirándonos, experimentando, focalizando lo útil, uniendo los puntos de información dispar, fantaseando, idealizando, aclarando pensamientos cambiantes, flexibilizando modelos impuestos, siendo proactivo, eliminando límites, alcanzando objetivos, implicándose en lo incierto adquiriendo destrezas, viviendo el momento, cuestionando en debates y reuniones no usuales, transformando el aburrimiento en lo ameno, generando incógnitas, siendo aprendiz de por vida, emprendiendo retos, produciendo, buscando mas calidad que cantidad en los avances tecnológicos, tomando riesgos calculados (no tomarlos también es riesgo): todo esto por encima de solo el orden, así vamos a añadir más facultades convenientes al progreso en nuestra salud mental y física por estos espacios carentes de información que se van llenando y por consiguiente siguen creando vacíos, como un puente de esta información que ya adquirimos. Por supuesto que la práctica de ser explorador no justifica un daño a terceras partes, como se ha mencionado todo son beneficios suscitados para ti y los demás. Así que la curiosidad no lastima, ni mucho menos mata. El gato curioso y sabio utiliza lo cultivado para un provecho en general en un circuito de retroalimentación positiva, ya que la curiosidad enardece la empatía de cuidar de quienes nos rodean como parte esencial en el ser humano. Mantengamos continuamente este talento especial que caracterizaba a Einstein como un genio, no lo dejemos atrás al crecer, todo lo contrario adaptémonos a lo diferente para una transformación, dispongamos una mayor apertura al conocer y desconocer lo ya conocido. Al ser conscientes de que lo aprendido se vuelve obsoleto, ese contexto se adapta a lo nuevo puesto que ya no hay resistencia de proteger el vacío; esas ideas que tenemos hoy, mañana no serán una información sustancial. Alimentemos nuestro músculo cognitivo de la curiosidad de conocimientos frescos para que florezcan al sentirnos más vivos. Avanzar como individuo y luego como comunidad, caminando en distintos campos, sin suprimir la curiosidad por un orden que no permite progresar. Abriendo otras puertas y canales hacia lo inimaginable y a lo que nos rodea nos volvemos materia interesante como transfondo de todo. Lo que tiene la vida es más de lo que vemos, escudriñemos en ella para encontrarnos sin posturas que nos obstaculicen a prosperar por una necesidad inagotable del saber en mentes que investigan a detalle e integran su activo más valioso. Nada es absoluto por lo tanto todos los puntos de vista son válidos en un curioso que se mantiene así, que no prejuzga consecuencias solo intercambia opiniones de las que recibe lo mejor.
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